Lisboa.

Primerísimo primer plano de mis maxigafas de sol negras a lo Jackie Kennedy.
Poco a poco el plano se abre para aclarar que soy yo mirando hacia la sucursal bancaria a través del espejo retrovisor de nuestro 458 Italia.

Me siento inquieta, pero segura. Hace calor, quizás 35°C, puede que más, no corre el aire. Únicamente el grato ronroneo del motor en marcha y el “do, re, mi, fa” de mi izquierda sobre el marco de la ventanilla, quiebran el silencio. Juez y verdugo el sol desde su cénit, nos fustiga exacerbado a través del parabrisas.

Abres la puerta del copiloto y lanzas una bolsa deportiva hacia la parte trasera, te sientas con cierta urgencia apoyando por completo la espalda sobre la tapicería de piel. Percibo con agrado el soplo de un perfume nuevo y ese sonido tan característico de dermis contra cuero.

—¡Vamos, vamos, vamos! —exclamas excitado con media sonrisa en los labios mientras enciendes un cigarrillo— ¡en nada les tenemos encima!

Lo pongo de cero a cien en 5 s. Busco la confirmación bajo tus gafas oscuras, de que todo ha ido según lo previsto

—¡Por qué has tardado tanto! —Te increpo con cierto enojo.

—Me encanta con que pasión me echas de menos. —Me camelas.

Te quito el cigarrillo de la boca, le pego una calada y lo lanzo por la ventanilla. Me das un pico. Luego pones la música.



La huída.

Track #1 “Sinner Man” Nina Simone.



Plano secuencia a vista de pájaro. La panorámica es espectacular siguiendo el curso del Tajo en su agónica desembocadura hacia el Atlántico. Hacemos 27 km en 10,20 s Lisboa - Estoril por la N6 bordeando la costa. Nos dirigimos hacia nuestra guarida. Un tugurio a las afueras donde hemos quedado para escondernos durante un par de días, adquirir documentación limpia y darle algo de vidilla al botín en una timba de póker con gente de la mafia.



La apuesta.

Track #2 “Lovers, secrets and lies” Peter Cincotti.



Plano cenital. Somos 5 en la mesa de cristal.

A parte de nosotros, dos hombres ucranianos y una preciosidad checa.



Glenrothes del 92, ceniceros atestados, fajos de billetes, finas rayas de polvo blanco y cartas de póker. Después de una partida complicada, en la última mano y cuando más álgida está la apuesta, sorprendes con una escalera de color llevándote del tirón 12.000€... -Es lo bueno de jugar con un aval tan fuerte-. Nos apresuramos con miradas de complicidad a meter la pasta en la bolsa de la cual no te separas.

Entra Zdenka (la checa) en escena. Sensual y sexy a raudales, se pasó la velada más pendiente de cada uno de nuestros movimientos que del juego en sí. Una serie indeterminada de miradas y caricias bajo la mesa transparente delataban su, nuestra intención.

—¿Nos acompañas muñeca? —le propongo deslizando el anverso de mi mano sobre un mechón de su pelo— ¿o acaso tienes un plan mejor para esta noche?

Noche golfa.

Track #3 “Yachts” Coco Steel & Lovebomb.


La habitación, carente de grandes lujos denotaba sin embargo un cuidado aire déco rétro dándole cierta categoría. Luz tenue. Estoy en pie, de espaldas. Tan solo llevo puestas unas braguitas de algodón semitransparentes. Zdenka, ataviada con un corset de encaje negro, está arrodillada ante mí. Se afana en apartar a un lado mi ropa interior haciéndose hueco entre mis bragas para proferirme un ramillete de delicadas lamidas. Tú, espectador privilegiado, observas la escena sentado en un chaise longue a unos 3 metros de nosotras. Totalmente relajado, el nudo de la corbata deshecho y la camisa medio abierta, sujetas una botella de Möet & Chandon de la que bebes directamente.


—¿Os apetece un trago? —Propones extendiéndola hacia nosotras.


—Prosím... —Susurra con su erótico acento del este en tanto echa su larga melena rubia a un lado al más puro estilo porno sin separar la mejilla de mí.


Te acercas a nosotras, se la tiendes, entonces tira con fuerza de la parte inferior de mis braguitas hacia abajo dejando vía libre al tensarla. Separa cuidadosamente mis labios que se mantienen sorprendentemente adheridos y abiertos gracias a la mezcla de fluidos, para, con suma delicadeza, aplicarme una lamida desde abajo hacia arriba e introducir (para tu sorpresa) el cuello de la misma en mi cavidad vaginal. Sigue agachada, ahora en cuclillas haciendo equilibrios sobre sus tacones de aguja. Me arqueo. La agita levemente, noto el frío, la presión del champagne abnegándome por dentro, y entonces, una vez lo considera oportuno, la extrae lentamente, dejando que el espumoso brote a placer de mi conejito pasando a beber directamente de mi copa según va fluyendo combinando en su exótica degustación sorbos y besitos.


—Oh, nena sí... Que rico. —Musito al borde del orgasmo.

Nuestros gemidos, a capella, como lamentos dulces, desentonados, te excitan de un modo sobre natural. Y te deleitas con el lésbico más sensual que te han ofrecido en la vida. Ella está en mí, pero yo no estoy en ella tanto como lo estoy en ti. Y os miro de reojo a ti y a tu verga que para entonces empieza a tomar forma y disfruto pensando que sí o sí va a ser mía y eso me pone mucho, mucho más que lo que me puede poner lo que Zdenka me está haciendo con sus labios y sus dedos.


Estás tan excitado que no puedes demorar más tu entrada en escena.
Te acercas ahora desnudo de cintura para abajo, cual homo erectus. Me acechas desde atrás y me besas alrededor del cuello aprovechando mi estado de sumisión para, con tu derecha colada entre mis bragas, distender con los dedos previamente ensalivados, mi ano.

Ella, que pilla al vuelo tu intención, por fin me libera para ponerte aún más a tono, para darte aún más forma y tamaño. Sus labios te cincelan con ímpetu y esmero para luego, ser sus delicadas manos las que se encarguen de encaminar tu polla hacia mí, abriendo al tiempo los cachetes de mi culo que te espera impaciente desde hace ya un buen rato. Yo misma me bajo un poco más las bragas por detrás incitándote a pasar.

Sigue debajo, entre nosotros, agazapada, lubricándonos, lamiéndonos, preparándonos complaciente, tragándose hambrienta tu verga si por el efecto “ariete” se te escapa de mí, para con posterioridad, volver a enhebrar como quien enhebra una aguja, tu glande hasta la corona en mi anillo esfinteral que tan pronto acierta la presencia de tu capullo te succiona necesariamente hacia el recto con vehemencia. Sigue debajo, entre nosotros, repasando el círculo, el punto exacto donde mi húmedo ojete aprisiona tu miembro, como una ventosa, haciéndonos vacío, succionándonos a ti y a mí con asombrosa equidad.
Después de una generosa follada y cuando ya estas a punto de clímax, te apresuras a salirte para acabar salpicándole toda la cara. Ahora la cámara hace un picado. Te mira con ojitos mientras se relame. Yo aún quiero más así que imploro...


—Me toca amor, yo también quiero un poco de nabo. —Pronuncio mimosa.

Me arrodillo a su lado. Ahora ambas estamos a tu disposición. Como dos pupilas a la espera de instrucción. Como dos lactantes en demanda de sustento. Como dos lobas que pelean por una misma pieza.

Desde arriba, dominante y dominado, te dejas hacer y dejas sin intervenir, que saboreemos tu polla, de nuevo (si acaso en algún momento llegó a bajársete del todo) pletórica y reluciente. Que nos comamos la boca y nos riamos casquivanas, traviesas, cómplices de nuestra travesura. -Mmmm, ¡qué rica mi amor!- Desde abajo, asidas a tus muslos, a tus glúteos, podemos acceder con relativa facilidad a tus huevos que penden y se contraen por momentos en su búsqueda indefinida de la temperatura ideal. Nos tocas el pelo y haces de guía con las manos sobre nuestras nucas. Que delicia naufragar por tu escroto y tu perineo mientras ella fricciona curiosa con sus dedos tu glande jugando a vestirle y desvestirle de su delicado prepucio, oh sí, Zdenka espera que te corras en su boca, pero tu leche es mía como una palabra es única y exclusivamente de los labios que la pronuncian (eso pienso como tantas veces he pensado mientras sigo trabajándote), y asciendo rauda recorriendo y pulsando con mi lengua tus venas henchidas, pulsando en definitiva tu plasma, tu estado pues sospecho que estás a punto de caramelo. Y en tu bálano me quedo, victoriosa. Coronándote. Zdenka no tiene más remedio que bajar de nuevo, brindándome, no solo el puesto de honor en la cima que marco y delimito como propia tragándote hasta la úvula, sino el golpe de gracia con su corazón en tu orto que te induce irremediablemente al orgasmo.

¡Oh tus gemidos amor!, eyaculas por espasmos, tres, cuatro, no podría concretar. Quizás un ciento. Cada chorro más abundante e intenso, más goloso, más espeso que el anterior. Mientras cesan tus contracciones me relamo la comisura de los labios (sin apartar la mirada de tu mirada), paladeando la dádiva de tu corrida. Y puedo leer en tus ojos el amor que me profesas, oh sí, ahora que me he tragado toooda tu descarga, me sientes más tuya. Me amas más aun. Y yo a ti.

Como te he dejado reluciente, no necesitas pasar por el aseo así que te dejas caer de nuevo sobre el chaise longue tratando de recuperar un aliento que no llegaste a perder del todo.

Hace mucho tiempo que me apetece comerme a una mujer, y eso se nota por el modo en que la insto a que se acomode sobre la moqueta del suelo. Boca arriba.

Y como le separo las piernas. Y porque antes de abandonarme en su vulva imberbe, me recojo el pelo con un bolígrafo publicitario a modo de pasador japonés.

—Ábrete para mí cielo, —le digo mientras separo sus suaves e infinitas piernas— esto te va a encantar.

Tumbada por completo me voy directa a su clítoris. Me he propuesto examinar con detenimiento la mínima alteración, cómo crece (siempre deseé verme a mí misma), cómo se dilata y enrojece. Me ayudo del pulgar y el corazón para retirar hacia arriba y a los lados, la dermis que lo protege. Y ahora se muestra ante mí, desnudo y exultante de belleza. Antes de derretirla con mis lamidas le dedico una sonrisa. Hace calor y empezamos a sudar.

Con la punta de mi lengua, comienzo a aplicarle golpes cortos, rítmicos y muy lentos. Me adapto a él atrapándole entre mis dientes. Mis labios le hacen ventosa, y succiono al tiempo que dibujo circunferencias en su pequeño pero híper sensible glande. Zdenka se retuerce como una gata en celo del gusto y por momentos, me atrapa la cabeza con sus piernas sumiéndome en un silencio obligado, casi dramático. Sin abandonar mi trabajo a pie de monte venusiano, índice y corazón de la izquierda, se abren paso entre sus labios mínimos, sorprendentemente púberes, y aprovecho la corriente de su flujo para escurrirme en su acogedor cáliz.

Estás tan caliente que no puedes demorar más tu tercer "acto" y te acercas a mí desde atrás, de rodillas. Tomas mi cadera y me la izas hasta dejarla a una altura cómoda para ti. Ahora enarbolada, soy tu marioneta. Y me atraviesas mmmm, limpiamente pues estoy tan mojada que no es que me penetres, es que te caes dentro de mí. Y mientras entras, mi coño que no ha dejado de boquear impaciente, hambriento, te besa apasionadamente. Y sin verte te reconozco, pues reconocería tu polla, mi polla de entre un trillón, por cómo te metes en mí, por tu suave tacto, tu forma, tu longitud y grosor, pero sobre todo, por cómo besas mis paredes, por cómo me amas, por cómo te sales y te quedas.

Nuestra postura es idónea para que arremetas contra mí con ese movimiento de émbolo que me vuelve loca, cogiendo cierto impulso, entrando con cierta violencia. Marcando en mi entrepierna un ritmo delicioso. Cuando noto que a Zdenka le está llegando el orgasmo, me abandono al mío propio sincronizándome de este modo en un tándem femenino que te aboca sugestiva, irremediablemente a una nueva eyaculación. Finalmente te vacías en lo más profundo de mi ser. Te estoy enormemente agradecida.

Comentarios